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Con la participación de alrededor de 80 representantes de organizaciones de mujeres, de diversidades sexuales y colectivas feministas, el 25 de junio se llevó a cabo el primer “Diálogo entre diversas”, un espacio concebido para conversar desde las vivencias, expresiones y experiencias propias sobre los avances, obstáculos y desafíos que se enfrentan en Bolivia en el ejercicio de los derechos sexuales y derechos reproductivos (DSDR), y para fortalecer alianzas en el contexto actual.
Este espacio, que contó con el apoyo de FOS Feminista y la Asociación Sueca para la Educación en Sexualidad (RFSU), fue articulado con la Alerta Montevideo, en la perspectiva de posicionar la agenda de los DSDR y el Consenso de Montevideo en un contexto que se percibe hostil y con tendencia a los retrocesos en el ámbito de los derechos de las mujeres, en particular de los sexuales y los reproductivos.
El encuentro abrió con una dinámica que invitó a las participantes a reconectarse con sus ancestras, sus raíces e historia, buscando posicionar el reconocimiento del cuerpo como el primer territorio de conquista. Posteriormente, desde el Observatorio de Género de la Coordinadora de la Mujer se presentó el boletín “Cuerpo y sexualidad, territorios de derechos ¿Cuánto hemos avanzado en Bolivia?”, como un insumo para el análisis y para la generación de debate, opiniones y una posible ruta de acción conjunta y articulada alrededor de esta agenda que transversaliza a las mujeres en su diversidad (accede al boletín aquí).
Voces diversas
Desde el panel, Paola Yáñez-Inofuentes, coordinadora de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora (RMAAD) sostuvo que “para entender los DSDR hay que mirarlos desde el ámbito de la justicia y de los procesos históricos. Desde las poblaciones indígenas afrobolivianas, el ejercicio de DSDR parte de romper con yugos esclavistas”.
Por su parte, Nicollete Yanatelli, activista feminista con discapacidad, destacó las limitaciones que enfrentan las mujeres que tienen esta condición: “Socialmente, existe la infantilización de las mujeres con discapacidad en el plano de su sexualidad. En cuanto a acceso a salud, son otras personas las que deciden sobre sus cuerpos y reciben un trato poco digno, sin tomar en cuenta las acciones y decisiones que ellas toman sobre sus propios cuerpos”.
Marité Quisbert, representante de la Red Nacional de Promotoras Comunitarias contra la Violencia en Razón de Género, advierte como un problema la carencia de protocolos en salud adecuados para la atención de mujeres en situación de violencia. “Para mujeres de comunidades y laderas es aún más restringido porque, culturalmente, las mujeres no pueden decidir sobre sus cuerpos. Acceder a anticoncepción y elegir sobre la maternidad aún tiene una fuerte carga social y cultural”.
Para Madeleine Ramos, representante de la Federación de Estudiantes de Secundaria (FES) de La Paz, los contenidos de la educación integral en sexualidad (EIS) no se aplican de manera abierta y transparente, porque las/os docentes tienen miedo a ser cuestionados por las/os progenitores, oponiéndose y tergiversando la información”.
¿Pero por qué hay tanta resistencia al avance de los DSDR?, se lanzó la preguntó al panel. Desde la perspectiva de Paula Estenssoro, representante de Alerta Montevideo, “hay resistencia tanto para generar políticas públicas como para implementarlas, porque no hay acompañamiento social, porque vivimos en una sociedad profundamente conservadora. Hay prevalencia de la religión y la moral sexual sobre la autonomía y la evidencia científica y la aceptación del goce de nuestros DSDR. El derecho al placer genera poder”.
Los desafíos
Con relación a las alternativas para enfrentar el presente contexto, Kiyomi Nagumo, de la colectiva Salvaginas, sugiere mantener las estrategias que, en su criterio, han funcionado hasta el presente: tomar las calles, denunciar y demandar. “Hay que visibilizar quiénes son los actores detrás de la resistencia a los DSDR, por ejemplo, las iglesias evangélicas que están entrando a comunidades indígenas, que dogmatizan y tienen una relación perversa con el extractivismo”.
En tanto, para Paola Yáñez-Inofuentes, se debe trabajar mucho más en incidencia social con juventudes. “Hay que desarrollar narrativas más humanas, nuevas articulaciones y fortalecimiento del tejido social, a nivel nacional e internacional”.
Mientras, para Nicoletre Yanatelli, el acompañamiento y adaptabilidad entre mujeres, desde sus necesidades específicas, es una estrategia fundamental. “Si nosotras ya hemos creado nuestras estrategias y resignificado nuestro ejercicio de DSDR, hay que transmitirlo a otras mujeres para que tenga un alcance en cadena”.
Asimismo, desde el público asistente se escucharon algunas propuestas: “Hay que hacer énfasis en el Estado laico. Hace falta normativa para establecer los DSDR que incorpore a jóvenes, personas trans, diversidades, etc. Con dicha herramienta podríamos demandar y exigir la incorporación de presupuestos públicos en favor de los DSDR para el planteamiento de planes, programas y proyectos”, sostuvo Naydeli Gisel, de la colectiva La Instauración.
Desde sus vivencias, sentires y miradas propias, las representantes de organizaciones, de colectivas y activistas que compartieron este espacio intercambiaron criterios sobre cuestiones esenciales para impulsar una agenda de derechos sexuales y derechos reproductivos, donde el principal punto de coincidencia fue la necesidad de articulación para la construcción de una ruta de acción en común, con miras al posicionamiento de dicha agenda en el próximo proceso electoral boliviano.
País: Bolivia
Con la participación de alrededor de 80 representantes de organizaciones de mujeres, de diversidades sexuales y colectivas feministas, el 25 de junio se llevó a cabo el primer “Diálogo entre diversas”, un espacio concebido para conversar desde las vivencias, expresiones y experiencias propias sobre los avances, obstáculos y desafíos que se enfrentan en Bolivia en el ejercicio de los derechos sexuales y derechos reproductivos (DSDR), y para fortalecer alianzas en el contexto actual.
Este espacio, que contó con el apoyo de FOS Feminista y la Asociación Sueca para la Educación en Sexualidad (RFSU), fue articulado con la Alerta Montevideo, en la perspectiva de posicionar la agenda de los DSDR y el Consenso de Montevideo en un contexto que se percibe hostil y con tendencia a los retrocesos en el ámbito de los derechos de las mujeres, en particular de los sexuales y los reproductivos.
El encuentro abrió con una dinámica que invitó a las participantes a reconectarse con sus ancestras, sus raíces e historia, buscando posicionar el reconocimiento del cuerpo como el primer territorio de conquista. Posteriormente, desde el Observatorio de Género de la Coordinadora de la Mujer se presentó el boletín “Cuerpo y sexualidad, territorios de derechos ¿Cuánto hemos avanzado en Bolivia?”, como un insumo para el análisis y para la generación de debate, opiniones y una posible ruta de acción conjunta y articulada alrededor de esta agenda que transversaliza a las mujeres en su diversidad (accede al boletín aquí).
Voces diversas
Desde el panel, Paola Yáñez-Inofuentes, coordinadora de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora (RMAAD) sostuvo que “para entender los DSDR hay que mirarlos desde el ámbito de la justicia y de los procesos históricos. Desde las poblaciones indígenas afrobolivianas, el ejercicio de DSDR parte de romper con yugos esclavistas”.
Por su parte, Nicollete Yanatelli, activista feminista con discapacidad, destacó las limitaciones que enfrentan las mujeres que tienen esta condición: “Socialmente, existe la infantilización de las mujeres con discapacidad en el plano de su sexualidad. En cuanto a acceso a salud, son otras personas las que deciden sobre sus cuerpos y reciben un trato poco digno, sin tomar en cuenta las acciones y decisiones que ellas toman sobre sus propios cuerpos”.
Marité Quisbert, representante de la Red Nacional de Promotoras Comunitarias contra la Violencia en Razón de Género, advierte como un problema la carencia de protocolos en salud adecuados para la atención de mujeres en situación de violencia. “Para mujeres de comunidades y laderas es aún más restringido porque, culturalmente, las mujeres no pueden decidir sobre sus cuerpos. Acceder a anticoncepción y elegir sobre la maternidad aún tiene una fuerte carga social y cultural”.
Para Madeleine Ramos, representante de la Federación de Estudiantes de Secundaria (FES) de La Paz, los contenidos de la educación integral en sexualidad (EIS) no se aplican de manera abierta y transparente, porque las/os docentes tienen miedo a ser cuestionados por las/os progenitores, oponiéndose y tergiversando la información”.
¿Pero por qué hay tanta resistencia al avance de los DSDR?, se lanzó la preguntó al panel. Desde la perspectiva de Paula Estenssoro, representante de Alerta Montevideo, “hay resistencia tanto para generar políticas públicas como para implementarlas, porque no hay acompañamiento social, porque vivimos en una sociedad profundamente conservadora. Hay prevalencia de la religión y la moral sexual sobre la autonomía y la evidencia científica y la aceptación del goce de nuestros DSDR. El derecho al placer genera poder”.
Los desafíos
Con relación a las alternativas para enfrentar el presente contexto, Kiyomi Nagumo, de la colectiva Salvaginas, sugiere mantener las estrategias que, en su criterio, han funcionado hasta el presente: tomar las calles, denunciar y demandar. “Hay que visibilizar quiénes son los actores detrás de la resistencia a los DSDR, por ejemplo, las iglesias evangélicas que están entrando a comunidades indígenas, que dogmatizan y tienen una relación perversa con el extractivismo”.
En tanto, para Paola Yáñez-Inofuentes, se debe trabajar mucho más en incidencia social con juventudes. “Hay que desarrollar narrativas más humanas, nuevas articulaciones y fortalecimiento del tejido social, a nivel nacional e internacional”.
Mientras, para Nicoletre Yanatelli, el acompañamiento y adaptabilidad entre mujeres, desde sus necesidades específicas, es una estrategia fundamental. “Si nosotras ya hemos creado nuestras estrategias y resignificado nuestro ejercicio de DSDR, hay que transmitirlo a otras mujeres para que tenga un alcance en cadena”.
Asimismo, desde el público asistente se escucharon algunas propuestas: “Hay que hacer énfasis en el Estado laico. Hace falta normativa para establecer los DSDR que incorpore a jóvenes, personas trans, diversidades, etc. Con dicha herramienta podríamos demandar y exigir la incorporación de presupuestos públicos en favor de los DSDR para el planteamiento de planes, programas y proyectos”, sostuvo Naydeli Gisel, de la colectiva La Instauración.
Desde sus vivencias, sentires y miradas propias, las representantes de organizaciones, de colectivas y activistas que compartieron este espacio intercambiaron criterios sobre cuestiones esenciales para impulsar una agenda de derechos sexuales y derechos reproductivos, donde el principal punto de coincidencia fue la necesidad de articulación para la construcción de una ruta de acción en común, con miras al posicionamiento de dicha agenda en el próximo proceso electoral boliviano.
País: Bolivia
Con la participación de alrededor de 80 representantes de organizaciones de mujeres, de diversidades sexuales y colectivas feministas, el 25 de junio se llevó a cabo el primer “Diálogo entre diversas”, un espacio concebido para conversar desde las vivencias, expresiones y experiencias propias sobre los avances, obstáculos y desafíos que se enfrentan en Bolivia en el ejercicio de los derechos sexuales y derechos reproductivos (DSDR), y para fortalecer alianzas en el contexto actual.
Este espacio, que contó con el apoyo de FOS Feminista y la Asociación Sueca para la Educación en Sexualidad (RFSU), fue articulado con la Alerta Montevideo, en la perspectiva de posicionar la agenda de los DSDR y el Consenso de Montevideo en un contexto que se percibe hostil y con tendencia a los retrocesos en el ámbito de los derechos de las mujeres, en particular de los sexuales y los reproductivos.
El encuentro abrió con una dinámica que invitó a las participantes a reconectarse con sus ancestras, sus raíces e historia, buscando posicionar el reconocimiento del cuerpo como el primer territorio de conquista. Posteriormente, desde el Observatorio de Género de la Coordinadora de la Mujer se presentó el boletín “Cuerpo y sexualidad, territorios de derechos ¿Cuánto hemos avanzado en Bolivia?”, como un insumo para el análisis y para la generación de debate, opiniones y una posible ruta de acción conjunta y articulada alrededor de esta agenda que transversaliza a las mujeres en su diversidad (accede al boletín aquí).
Voces diversas
Desde el panel, Paola Yáñez-Inofuentes, coordinadora de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora (RMAAD) sostuvo que “para entender los DSDR hay que mirarlos desde el ámbito de la justicia y de los procesos históricos. Desde las poblaciones indígenas afrobolivianas, el ejercicio de DSDR parte de romper con yugos esclavistas”.
Por su parte, Nicollete Yanatelli, activista feminista con discapacidad, destacó las limitaciones que enfrentan las mujeres que tienen esta condición: “Socialmente, existe la infantilización de las mujeres con discapacidad en el plano de su sexualidad. En cuanto a acceso a salud, son otras personas las que deciden sobre sus cuerpos y reciben un trato poco digno, sin tomar en cuenta las acciones y decisiones que ellas toman sobre sus propios cuerpos”.
Marité Quisbert, representante de la Red Nacional de Promotoras Comunitarias contra la Violencia en Razón de Género, advierte como un problema la carencia de protocolos en salud adecuados para la atención de mujeres en situación de violencia. “Para mujeres de comunidades y laderas es aún más restringido porque, culturalmente, las mujeres no pueden decidir sobre sus cuerpos. Acceder a anticoncepción y elegir sobre la maternidad aún tiene una fuerte carga social y cultural”.
Para Madeleine Ramos, representante de la Federación de Estudiantes de Secundaria (FES) de La Paz, los contenidos de la educación integral en sexualidad (EIS) no se aplican de manera abierta y transparente, porque las/os docentes tienen miedo a ser cuestionados por las/os progenitores, oponiéndose y tergiversando la información”.
¿Pero por qué hay tanta resistencia al avance de los DSDR?, se lanzó la preguntó al panel. Desde la perspectiva de Paula Estenssoro, representante de Alerta Montevideo, “hay resistencia tanto para generar políticas públicas como para implementarlas, porque no hay acompañamiento social, porque vivimos en una sociedad profundamente conservadora. Hay prevalencia de la religión y la moral sexual sobre la autonomía y la evidencia científica y la aceptación del goce de nuestros DSDR. El derecho al placer genera poder”.
Los desafíos
Con relación a las alternativas para enfrentar el presente contexto, Kiyomi Nagumo, de la colectiva Salvaginas, sugiere mantener las estrategias que, en su criterio, han funcionado hasta el presente: tomar las calles, denunciar y demandar. “Hay que visibilizar quiénes son los actores detrás de la resistencia a los DSDR, por ejemplo, las iglesias evangélicas que están entrando a comunidades indígenas, que dogmatizan y tienen una relación perversa con el extractivismo”.
En tanto, para Paola Yáñez-Inofuentes, se debe trabajar mucho más en incidencia social con juventudes. “Hay que desarrollar narrativas más humanas, nuevas articulaciones y fortalecimiento del tejido social, a nivel nacional e internacional”.
Mientras, para Nicoletre Yanatelli, el acompañamiento y adaptabilidad entre mujeres, desde sus necesidades específicas, es una estrategia fundamental. “Si nosotras ya hemos creado nuestras estrategias y resignificado nuestro ejercicio de DSDR, hay que transmitirlo a otras mujeres para que tenga un alcance en cadena”.
Asimismo, desde el público asistente se escucharon algunas propuestas: “Hay que hacer énfasis en el Estado laico. Hace falta normativa para establecer los DSDR que incorpore a jóvenes, personas trans, diversidades, etc. Con dicha herramienta podríamos demandar y exigir la incorporación de presupuestos públicos en favor de los DSDR para el planteamiento de planes, programas y proyectos”, sostuvo Naydeli Gisel, de la colectiva La Instauración.
Desde sus vivencias, sentires y miradas propias, las representantes de organizaciones, de colectivas y activistas que compartieron este espacio intercambiaron criterios sobre cuestiones esenciales para impulsar una agenda de derechos sexuales y derechos reproductivos, donde el principal punto de coincidencia fue la necesidad de articulación para la construcción de una ruta de acción en común, con miras al posicionamiento de dicha agenda en el próximo proceso electoral boliviano.
País: Bolivia
Con la participación de alrededor de 80 representantes de organizaciones de mujeres, de diversidades sexuales y colectivas feministas, el 25 de junio se llevó a cabo el primer “Diálogo entre diversas”, un espacio concebido para conversar desde las vivencias, expresiones y experiencias propias sobre los avances, obstáculos y desafíos que se enfrentan en Bolivia en el ejercicio de los derechos sexuales y derechos reproductivos (DSDR), y para fortalecer alianzas en el contexto actual.
Este espacio, que contó con el apoyo de FOS Feminista y la Asociación Sueca para la Educación en Sexualidad (RFSU), fue articulado con la Alerta Montevideo, en la perspectiva de posicionar la agenda de los DSDR y el Consenso de Montevideo en un contexto que se percibe hostil y con tendencia a los retrocesos en el ámbito de los derechos de las mujeres, en particular de los sexuales y los reproductivos.
El encuentro abrió con una dinámica que invitó a las participantes a reconectarse con sus ancestras, sus raíces e historia, buscando posicionar el reconocimiento del cuerpo como el primer territorio de conquista. Posteriormente, desde el Observatorio de Género de la Coordinadora de la Mujer se presentó el boletín “Cuerpo y sexualidad, territorios de derechos ¿Cuánto hemos avanzado en Bolivia?”, como un insumo para el análisis y para la generación de debate, opiniones y una posible ruta de acción conjunta y articulada alrededor de esta agenda que transversaliza a las mujeres en su diversidad (accede al boletín aquí).
Voces diversas
Desde el panel, Paola Yáñez-Inofuentes, coordinadora de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora (RMAAD) sostuvo que “para entender los DSDR hay que mirarlos desde el ámbito de la justicia y de los procesos históricos. Desde las poblaciones indígenas afrobolivianas, el ejercicio de DSDR parte de romper con yugos esclavistas”.
Por su parte, Nicollete Yanatelli, activista feminista con discapacidad, destacó las limitaciones que enfrentan las mujeres que tienen esta condición: “Socialmente, existe la infantilización de las mujeres con discapacidad en el plano de su sexualidad. En cuanto a acceso a salud, son otras personas las que deciden sobre sus cuerpos y reciben un trato poco digno, sin tomar en cuenta las acciones y decisiones que ellas toman sobre sus propios cuerpos”.
Marité Quisbert, representante de la Red Nacional de Promotoras Comunitarias contra la Violencia en Razón de Género, advierte como un problema la carencia de protocolos en salud adecuados para la atención de mujeres en situación de violencia. “Para mujeres de comunidades y laderas es aún más restringido porque, culturalmente, las mujeres no pueden decidir sobre sus cuerpos. Acceder a anticoncepción y elegir sobre la maternidad aún tiene una fuerte carga social y cultural”.
Para Madeleine Ramos, representante de la Federación de Estudiantes de Secundaria (FES) de La Paz, los contenidos de la educación integral en sexualidad (EIS) no se aplican de manera abierta y transparente, porque las/os docentes tienen miedo a ser cuestionados por las/os progenitores, oponiéndose y tergiversando la información”.
¿Pero por qué hay tanta resistencia al avance de los DSDR?, se lanzó la preguntó al panel. Desde la perspectiva de Paula Estenssoro, representante de Alerta Montevideo, “hay resistencia tanto para generar políticas públicas como para implementarlas, porque no hay acompañamiento social, porque vivimos en una sociedad profundamente conservadora. Hay prevalencia de la religión y la moral sexual sobre la autonomía y la evidencia científica y la aceptación del goce de nuestros DSDR. El derecho al placer genera poder”.
Los desafíos
Con relación a las alternativas para enfrentar el presente contexto, Kiyomi Nagumo, de la colectiva Salvaginas, sugiere mantener las estrategias que, en su criterio, han funcionado hasta el presente: tomar las calles, denunciar y demandar. “Hay que visibilizar quiénes son los actores detrás de la resistencia a los DSDR, por ejemplo, las iglesias evangélicas que están entrando a comunidades indígenas, que dogmatizan y tienen una relación perversa con el extractivismo”.
En tanto, para Paola Yáñez-Inofuentes, se debe trabajar mucho más en incidencia social con juventudes. “Hay que desarrollar narrativas más humanas, nuevas articulaciones y fortalecimiento del tejido social, a nivel nacional e internacional”.
Mientras, para Nicoletre Yanatelli, el acompañamiento y adaptabilidad entre mujeres, desde sus necesidades específicas, es una estrategia fundamental. “Si nosotras ya hemos creado nuestras estrategias y resignificado nuestro ejercicio de DSDR, hay que transmitirlo a otras mujeres para que tenga un alcance en cadena”.
Asimismo, desde el público asistente se escucharon algunas propuestas: “Hay que hacer énfasis en el Estado laico. Hace falta normativa para establecer los DSDR que incorpore a jóvenes, personas trans, diversidades, etc. Con dicha herramienta podríamos demandar y exigir la incorporación de presupuestos públicos en favor de los DSDR para el planteamiento de planes, programas y proyectos”, sostuvo Naydeli Gisel, de la colectiva La Instauración.
Desde sus vivencias, sentires y miradas propias, las representantes de organizaciones, de colectivas y activistas que compartieron este espacio intercambiaron criterios sobre cuestiones esenciales para impulsar una agenda de derechos sexuales y derechos reproductivos, donde el principal punto de coincidencia fue la necesidad de articulación para la construcción de una ruta de acción en común, con miras al posicionamiento de dicha agenda en el próximo proceso electoral boliviano.
País: Bolivia