Para Neyza Fuentes, vestir a su mascota Kiara con prendas que ella misma confeccionaba nunca fue un trabajo. Amó y cuidó a su perrita schnauzer hasta el último de sus días. Tras el fallecimiento de ésta, la joven de 29 años no dejó morir su creatividad y siguió confeccionando y cosiendo ropa para mascotas.
“Mi mamá me dijo ‘haces bonita ropa, por qué no me la haces para mi tienda’, ya que ella vendía comida para mascotas en Santa Cruz”, cuenta Neyza, quien ahora no solo provee a la tienda de su madre, sino a la de otros clientes. Además, aprendió a confeccionar también ropa para niños/as y adultos.
“Al principio no sabía lo que era confeccionar, por lo que todo hacía a mi estilo y según los recursos que tenía. Saqué un préstamo de un banco para poder comprar las máquinas. Luego, cuando estaba creciendo poco a poco y cada vez tenía más pedidos, nos cayó la pandemia”, cuenta Neyza, quien estudió ingeniería comercial, e hizo una especialización en Educación Superior. Lo que mejor le reditúa ahora son las confecciones de ropa para personas, polerones y canguros.
“Tenía dudas y decía ‘cómo voy a poder’, no sabía cómo crecer, y con todo, las puertas se me han abierto. Gracias a este programa aprendí a coser, a confeccionar, e incluso ya sé algo de diseño”, explica la joven que sigue cursos de capacitación en el IFFI, y anhela abrir una tienda en Cochabamba.